En el ecosistema digital actual, la vieja advertencia «Sonríe, estás siendo grabado» ha trascendido el ámbito de las cámaras de seguridad para convertirse en una norma elemental de la vida pública y corporativa. Ya no se trata de una posibilidad, sino de la regla.
La viralidad instantánea de las redes sociales ha convertido escenarios de ocio –desde un concierto hasta un juego de béisbol– en laboratorios de prueba para la gestión de crisis personal y de marca.
Tres casos, una misma lección
El verano de 2025 en el hemisferio norte nos ha dejado al menos tres ejemplos de cómo puede afectarnos en lo personal y en lo profesional esa omnipresencia de las cámaras:
- La Kiss Cam de Coldplay. El caso fue ampliamente conocido: la reacción de una pareja que se ve en las pantallas del estadio durante un concierto de la banda británica y el comentario del solista “destaparon” la infidelidad de Andy Byron, el CEO de la empresa Astronomer, con Kristin Cabot, su jefa de recursos humanos. La empresa, que inicialmente tardó en responder, aplicó sus normas internas y procedió a despedir a Byron, mientras que Cabot renunció semanas después. Ambos perdieron matrimonio y empleo.
- El souvenir del US Open: El empresario Piotr Szczerek es captado por las cámaras de televisión quitándole una gorra a un niño que el tenista polaco Kamil Majchrzak le había dado tras un partido del US Open. La reacción en redes sociales fue inmediata. Piotr Szczerek inicialmente respondió de manera altiva, pero acabó pidiendo disculpas por lo sucedido.
- La airada fanática de los Phillies: La reacción desmedida de una aficionada contra un padre en un juego de béisbol se viralizó, demostrando cómo la pérdida de perspectiva en un momento de pasión se traduce en un juicio público instantáneo. El incidente se convirtió en un meme masivo, recordándonos que un mal momento emocional no perdona la falta de autocontrol.
Quizás hace 20 años, esos casos no habrían pasado de la anécdota para los testigos presenciales, pero hoy en día fácilmente se convierten en material para redes sociales (donde son expuestos al escrutinio y veredicto del público) e incluso copan los noticieros alrededor del mundo. Más allá de lo anecdótico, de estos tres casos podemos extraer al menos tres lecciones clave para cualquier estrategia de reputación:
1. El escrutinio es constante
Los límites entre lo personal y lo profesional se han disuelto. Un desliz en el fin de semana puede impactar la credibilidad ganada con años de trabajo. La clave no está en buscar la perfección imposible, sino en la velocidad y la autenticidad con la que rectificamos.
2. Asumir el control de la narrativa
Como empresas o figuras públicas, es imposible tener respuestas previstas para cada escenario, pero cuando una situación que afecta la reputación ocurre, siempre es necesario tomar las riendas del mensaje. Asumir la responsabilidad de manera rápida y transparente genera confianza, tanto en el público externo como en el interno.
3. Los valores corporativos son para cumplirlos
La forma en que las empresas respondieron, despidiendo al ejecutivo o forzando la disculpa pública del hombre del US Open, demuestra que los valores corporativos no son solo enunciados de pared, sino principios operativos y que precisamente son los altos ejecutivos los primeros que deben dar ejemplo con su comportamiento.
En Conecta Comunicaciones entendemos que la gestión de crisis inicia mucho antes de que «se encienda la cámara». Empieza con una cultura interna sólida y coherente, que además es conocida y vivida por cada una de las personas que forman parte de esa empresa. Si quieres conversar al respecto y explorar cómo podemos acompañarte en estas tareas, escríbenos a agencia@conectacomunicaciones.com.